La crisis de identidad en San Lorenzo está dejando una huella que cada vez más severa y los salvavidas parecen ir de los socios al club y no al revés.

Esta noticia que salió el lunes en La Nación para describir algo futbolístico me hizo recordar la cuestión de la que ya tenía ganas de poner en una nota hace rato y a la cual me refiero de costado cada vez que la realidad lo amerita. El tema del sentido de pertenencia, sea deportivo o cultural, parece no estar en la agenda del club y me parece un despropósito. En el año que se aprobó la Ley de Rezonificación tan buscada, anhelada y laburada, nada más se supo del tema. A mi juicio es “LA” prioridad, mas no lo parece.
No voy a ser necio y dejar de ver que la realidad patrimonial e institucional de ruina actual parece postergar el tema, pero pienso que bien podría apalancar una refundación. Tener algo a que apegarse o aferrarse sería un motivo de unión, de trabajo, compromiso y, al mismo tiempo, descomprimiría la malaria deportiva. De nuevo, no parece ser una estrategia del oficialismo.

Por lógica el título de la nota remite a la búsqueda de culpables, pero no es el fondo de la cuestión. A mí ya me cansó el tema y me parece tan evidente que las caras ya se conocen. Pero, me permito jugar con el encabezado y pensar un kit de identidad. La marca “Boedo” en sí misma debería ser la piedra angular de la vuelta, más allá del estadio que, obviamente, corona toda idea superadora. Pero el polideportivo Pando debería ser todavía más protagonista de las semanas santas. Porque para nosotros esas son todas.
Hace un par de semanas en “San Lorenzo de América”, por Radio Trend Topic, sacamos a Gallego Insúa; fue emocionante recibir sus anécdotas y vivencias en el club. A mí me deslumbró el nivel de detalle con el que recordaba los torneos jugados por su hijo en inferiores, más otras divisiones a las que iba a ver y en las que, ocasionalmente, se cruzaba con Patón Bauza. Yo siento que el contraste de personajes como Ruben Darío, filoso en sus apreciaciones, y la dirigencia, que habla con sus actos y omisiones, porque comunicación oficial nunca hay, es un abismo. Se hace y deshace a espasmos, las decisiones parecen convulsiones.
La crisis es terminal, pero hay un montón de cosas por hacer y proyectos a abordar. A veces el equipo le da a la tribuna y otras la gente hace reaccionar a los jugadores. Hoy el club no le da nada al socio, ni al hincha. ¿Por dónde se empieza la reconstrucción? Falta el dibujo del perfil buscado, adolecemos de la receta: nos alejamos del camino y nos está costando demasiado volver. El equipo hoy no tiene identidad ni patrón definido de juego, pero tampoco lo tiene el club.