Sombrero de Leguizamón y buen remate que forzó la estirada de Mosquera. Así arrancó la noche del Bidegain con un San Lorenzo que, con la estadística de local en la mano, pensó el partido como uno solo de 180’ y cedió campo y pelota al rival para apostar a una contra o, la opción más peligrosa, dejar su arco en cero. El plan nunca fue ir a tratar de liquidar la serie; o sea, una estrategia de administrar riesgos y tener al hincha con las pulsaciones altas. Llegó un par de veces el DIM y Rafa Pérez obligó otra buena intervención del uno para dejar el ping pong empatado. Pero la otra estadística más corta pero también actual entró en escena: Bareiro y su momento generando un penal, con jugada calcada al gol allá, que cambió por gol abriendo el pie en la definición. Dos gestiones excelentes del paraguayo: la jugada y la definición. A seguir batallando la serie, con más aire, y apareció Batalla. San Lorenzo agarró de nuevo el libreto inicial y lo ejecutó a la perfección hasta el descanso, pero también lastimó cuando salió de contra.
Maroni probó a colocar y casi corona en la primera del complemento. Barrios en la segunda. Y Rafa Pérez ahogó el empate en la tercera. Todo sucedió en menos de tres minutos de comenzado el segundo tiempo. El DIM volcó más el juego hacia los costados con las variantes realizadas y Quiñones siguió siendo el más peligroso. Insúa sacó a Maroni, amonestado, y puso a Campi. El trámite se enfrió, quizás menos que la noche, y las situaciones en los arcos se diluyeron más que el azúcar y edulcorante de los cafés en las plateas. Y San Lorenzo, con un gol más de ventaja, siguió ejecutando el plan. Pero el tozudo de Paraguay se fabricó otro penal y sentenció la serie definitivamente: Bareiro 3 – DIM 0. Faltaban diez minutos.
El Ciclón aseguró la clasificación y con ello U$550.000 extra. Toca San Pablo, en octavos, las dos primeras semanas de agosto.