DESCONTROL

San Lorenzo perdió 0-3 con Newell’s y profundiza su mal momento. 

La primera sensación que salta a la vista, a mi modo de ver, es que cualquier limitante que tiene el mejor 11 de Insúa provoca demasiadas incomodidades para otros jugadores y se resiente todo el andamiaje, que es limitado como ya sabemos. La ausencia de Hernández lo obliga a Rafa Pérez a jugar a perfil cambiado, a Sánchez a ser el dueño de la defensa y la aparición de Ramírez de entrada no funcionó en la primera mitad. El equipo rosarino con muchos jóvenes, golpeado por la derrota con Central, manejó mejor la pelota y cubrió mejor los espacios. Ya tenía más y mejor posesión cuando se puso 1-0, por obra de Ferreira, y eso intranquilizó más al Ciclón, que ya se mostraba inseguro, lento y sin profundidad. La parte inicial se jugó poco y discutió mucho, párrafo aparte para el capítulo del duelo de cuerpos técnicos que se llevó 6 minutos y a Insúa expulsado. San Lorenzo sólo llegó claro con el cabezazo de Bareiro a los 15’, muy poco. 

Entraron Perruzzi y Maroni, se fueron Giay y Barrios; así Elías pasó a la derecha (casi paga en la primera) y el juvenil a hacerse cargo del trajín del mediocampo. También Maroni, en la primera que tocó, tuvo incidencia pero positiva: puso a Ramírez de cara al gol, pero el uruguayo optó por asistir en vez de definir, inexplicable desde mi lugar. El encuentro se abrió más en los primeros minutos. Y la situación favoreció a la visita al punto que llegó un par de veces y facturó en la tercera: otra vez Ferrerira, con gran definición. Con el 0-2 consumado, Insúa mandó, desde el vestuario, a Girotti y Campi, por Ramírez y Sánchez. Media hora para hacer 3 goles a San Lorenzo le resulta un desafío imposible; pensemos que hizo esa cantidad sumando los partidos con Unión, Estudiantes, Racing, Tigre y Huracán. Es más, casi sobre la media hora, Newell’s metió el tercero en un yerro atípico de Braida en el inicio de la jugada. Dos jugadas después, Luján recibió la segunda amarilla en un vicio que es cada vez más habitual y nocivo para las posibilidades del equipo. 

Clima caliente en el Bidegain, por el resultado categórico, pero también porque la pobreza del plantel es responsabilidad de la dirigencia y nadie lo olvida.