Si mirabas el techo antes de dormir, pensando en cómo ganarías la Libertadores, si era por goleada, por la mínima, el rival, si era argentino, si definías de local y claro, en aquel momento con ocho años no pensabas vivirlo desde adentro, por eso te dormías imaginando ese relato que diga:” San Lorenzo Campeón de América”. Quizás no tenías tanta noción de la importancia de esa simple oración, pero la soñabas.
Esa copa claro, no fue algo más, pero te quedaba el recuerdo de lo que fueron la Mercosur y Sudamericana. Closs y el famoso, San San San Lorenzo marcaron las noches coperas azulgrana y para la caprichosa no podía faltar. En este caso particular, se lo disfrutó cuando se jugaba de visitante porque de local, cumplíamos con el deber periodístico y fuimos dichosos de haber presenciado toda la Libertadores desde adentro.
Llegada la gran final, localia de por medio, desborde, nervios, ansiedad. Toda la mierda junta, no importa la interpretación que le des a la frase. San Lorenzo venía del empate en Paraguay contra un ignoto Nacional, pero que por algo había llegado a la final, como nosotros. Remontando barriletes en plena tempestad, la primera jugada de peligro fue para ellos y varios ya tenían el cardiodesfribilador a mano. No vamos a comentar lo asqueroso que jugó CASLA esa noche, no hace falta, el prócer se había encargado de explicar cómo sucedieron las cosas.
Tampoco vamos a ser meollo en el gol de Ortigoza, aunque fue el desahogo, el bálsamo, la alegría, el éxtasis, la llegada al nirvana, en fin, un desmadre. Se la llevo Kalinski, la guardo, se fue al lateral. Seguimos jugando asquerosamente a pesar de la ventaja en el primer tiempo. Del segundo capítulo de la noche no recuerdo nada hasta ese momento. El del final.
Tantos años esperando ese relato, esa frase, ese momento donde termina el partido y gritas, te abrazas con tus amigos, tus hijos (si tenès) o quien esté al lado, pero bueno, no llegó. Mejor dicho, no existió, porque todo el resto se dio. El relato bautizó el nombre a esta página y al programa de radio, pero quien suscribe, amigos y amigas de plumas negras, en ese momento estaba debajo de la nave del Bidegain, con dos o tres colegas, viendo porqué puerta o ventana pasar al campo de juego.
Sonó fuerte el estruendo, no hubo relato que nos diga que pasaba, la gloriosa tomó la posta y ahora sí, San Lorenzo Campeón de América, San Lorenzo de América. Ya dejaba de ser parte de mi imaginación (y la de miles) para ser una realidad. El anhelo fue tanto que se volvía realidad y tanto lo pensaste que estabas en el momento indicado, en el lugar menos imaginado, pero más añorado. La vuelta olímpica con la copa, esa es una historia para otro aniversario.