San Lorenzo, por segunda vez en el torneo, ganaba por diferencia de 2 en el Bidegain y no consumó un triunfo.
En la conferencia pospartido el DT dijo que “hubiese sido injusto” el triunfo de su equipo, dando a entender entre líneas que Unión hizo algo bien, al tiempo que volvió a justificar los puntos perdidos con la inexperiencia del equipo. Pero la última línea de hoy formó con Giay (ok, 10 partidos o menos), Gattoni, Zapata, Campi y Fernández Mercau: dos muy experimentados y dos con ya casi dos torneos en primera; o sea, valido que Campi está hace menos de 2 semanas, pero lo de hoy fue peor que lo de Arsenal, por el simple hecho de que ya te había pasado. A mi modo de ver, el mensaje que llevaron los cambios fue malo: “seamos una trinchera, mando piernas frescas”… Imperdonable.
Hay cosas que no cierran, a saber:
- Si Martegani laburó bien un mes y tuvo incidencia positiva en ataque, por qué juega sólo 60 minutos.
- Cómo puede ser que Braida termine jugando de doble cinco y Perruzzi sentado en el banco.
- No se prevé la situación de no poder sostener a los dos volantes internos..?
Sacar a los dos que están en el corazón del campo provoca desorden casi con seguridad. Braida y Rosané entraron muy mal al partido en una zona clave para defender, pero más para tener la pelota y sacar una contra. A Braida lo pasaron como alambre caído un par de minutos después de su entrada y Rosané perdió una pelota por demorarse en el control que generó una contra. Sobre el final del partido pifió un zurdazo y volvió a regalar la pelota. Hausch tampoco hizo pie y perdió todas las divididas. No me propongo caerle a los tres apellidos, quiero tratar de entender por qué no quedan en cancha más tiempo los que dieron cierto equilibrio y también desequilibrio (porque Barrios fue de lo mejor y no parecía cansado).
Es un pecado que este San Lorenzo de vacas flacas no esté a tres puntos de la punta, porque lo tuvo servido en bandeja. Por supuesto que el mérito de los 12 puntos cosechados es total mérito de los jugadores y el cuerpo técnico. Pero hoy, para mí, esa sociedad falló: el director de orquesta y los músicos.
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