San Lorenzo es una película de los ochenta o 2012 que necesita urgente un director diferente e inversores que le tuerzan el final, para que no sea terror, drama o policial.
Sinceramente estaba entre Marty Mc Fly con su Delorean o “El día de la marmota”, por lo que aturde ese loop de relato, hechos y decisiones que se ven en el club semana a semana. Yo no vi el partido, pero ya no hace falta casi, porque el problema no es futbolístico, sino de orden institucional. Además de que ya no dan ganas de ir a ver a San Lorenzo por lo que muestra, cosa que data de toda la postpandemia.
Y me puse a pensar en el lanzamiento de la campaña política de Lammens y su plataforma. El hoy ministro, decía algo así como que “Me tengo que comprometer con el país porque cuando mis hijos me pregunten qué hizo yo me gustaría responderles con hechos”, palabras más, palabras menos. Pues bien, la gente de San Lorenzo que protesta y pone en evidencia el desastre que han hecho del club, tiene esa misma premisa, que me parece correcta. Presentar el refrán del que mucho abarca me parece ya una obviedad, pero no está de más recordarlo.
En tanto, Tinelli, que ya estaba pidiéndose un tiempo desde que tomó su licencia, dobla la apuesta postergando aún más su presencia, su palabra y su rendición de cuentas. Parece una tomada de pelo o broma de mal gusto.
San Lorenzo volvió a perder un partido, sumido en una derrota que todos los días sucede a nivel institución, que es muy triste de vivir y que da mucha impotencia mirar. Tanto como se vanagloriaban de estar viviendo y haciendo historia grande en tiempos de Libertadores, entiendan de una vez que hoy estamos padeciendo el presente hace, por lo menos, cuatro años. Y ahora sí el motivo del título, que no es más que un juego de palabras: San Lorenzo debe volver a barajar, para que haya un futuro.
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